En esa final el portero titular era César, quien sufrió una lesión y hubo de ser sustituido por Iker, que a la postre resultó ser junto a Zidane y su famoso gol de volea, el gran héroe de «La Novena», con tres portentosas intervenciones en los minutos finales, alzándose así con su segunda Liga de Campeones en tres años. El Real Madrid llegaba al Clásico del Camp Nou de la jornada 28, con cinco puntos de desventaja frente al Barça y justo después de la eliminación en octavos de final de Liga de Campeones ante el FC Bayern.
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